Fútbol y héroes en el corazón espiritual de Rusia

El Volgogrado Arena puede recibir a casi 46.000 espectadores, todos comodamente sentados, muy cerca de la orilla del Río Volga en la que se libraron algunos de los combates más sangrientos de la Segunda Guerra Mundial. En la vieja Stalingrado, la resistencia local insurgente primero, y el Ejército Rojo después, al ir recuperando posiciones, comenzaron a cambiar el curso de la llamada Gran Guerra Patria frente a la Alemania nazi. Adolf Hitler estaba obsesionado con someter a esta ciudad porque estimaba que si lo conseguía le iba propinar a Iósif Stalin un golpe del que nunca lograría reponerse. Por eso envió miles de tropas a un escenario que acabó convirtiéndose en una carnicería y en un punto sin retorno para sus aspiraciones.

Volgogrado es el corazón espiritual de Rusia y aquí viven multitud de historias relacionadas con aquella Batalla de Stalingrado. El muro que flanquea el camino rumbo a Mamáyev Kurgan (Colina de la Madre Patria, con su fabulosa estatua de 87 metros de alto), plantea un homenaje a los héroes caídos y una grabación de radio en loop relata los partes de guerra así como cada suceso que empieza a decantar el conflicto a favor del ejército soviético. En relieve, en cada pared a ambos lados del muro, sobresalen decenas de rostros y representaciones de esos episodios, como el del marino Mijail Panikako (pronúnciese Mijaíl Panicaja), quien después de ser herido por soldados nazis, sabiendo que iba a morir, se inmoló con cócteles molotov caseros contra un tanque alemán para hacerlo explotar.

Las esquirlas de la Gran Guerra Patria recién fueron barridas en su totalidad cuando comenzó a levantarse el estadio. El Volgogrado Arena, cuando aún era sólo un sueño sobre un terreno baldío, registraba la presencia de minas antipersona, que fueron extraídas y detonadas muy lejos de la ciudad. Hoy garantiza total seguridad, y desde el aire, junto a sus rampas de acceso a los costados, se verá como una gran estrella soviética resplandeciente. Eso es lo que me ha contado Pavel durante el almuerzo en el que nos sirvieron una rica Okroshka (sopa fría), Krushon (sangría rusa), y me habló del popular Kvas (bebida que prepara -muy bien- su madre con harina de centeno, malta y alcohol) en el restaurante al que suele ir junto a su equipo de trabajo del COL 2018. Justo frente a donde estará colocado el Fan Fest de la ciudad. Carolina tenía razón cuando intuía que Volgogrado nos iba a sorprender positivamente. Son muy fuertes las sensaciones que se perciben aquí.

Cuando vengan a Volgogrado no se olviden de lavarse las manos a la orilla del Volga, frente al estadio. La creencia local es que da fortuna. Y no se pierdan ninguna de las actividades en Mamáyev Kurgan. Es emocionante vivir el cambio de guardia, recorrer las placas recordatorias y las historias de cada mártir de la guerra, y efectuar tomas fotográficas desde la estatua en dirección a otro tesoro de incalculable valor. La planta Octubre Rojo, fábrica metalúrgica en donde se construyen con acero los poderosos submarinos del ejército ruso. Los alemanes lograron tomarla un tiempo, pero la resistencia consiguió recuperarla en el fragor de la guerra, tras un combate de los más cruentos que se vivieron acá.

El nombre de esta planta inspiró la novela y la película 'La caza del Octubre Rojo' protagonizada por el célebre actor Sean Connery en 1990. Cuando caminen por estas calles se sorprenderán con la leyenda “Nunca para atrás, siempre para delante”. La frase, que no pierde vigencia y aplica a cualquier orden de la vida, nació con otro objetivo. Stalin la instaló como lema y orden de cumplimiento obligatorio para controlar las deserciones en el ejército, y que no hubiera soldados que retrocedieran frente al avasallamiento de los alemanes. En el caso de hacerlo, los propios compañeros dispararían sobre los miedosos, para aleccionar a quienes pensaran en abandonar las filas y convertirse en fugitivos.

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